Monday, January 25, 2010

El museo estático


Hay que justificar el gusto de las señoritas: lo bonito suele ser necesario.

[Quisiéramos que los museos fueran más bonitos.]

¿Qué idea de la vida pueden darme esos catorce jarrones chinos formados en hilera, y ni siquiera expuestos al mercado? ¿Esos tres mandarines metidos como momias tras de la vitrina? ¿Ese mueble de laca aislado con rejas, precisamente para que no pueda yo abrir sus mil cajones?

Los museos debieran confundirse con la misma vida. El señor mandarín estaría sentado en su sillón, bebiendo su té, junto a su mesa, en la sala de los jarrones. En rigor, a la entrada de la galería deberían proporcionarme un traje de mandarín para que pudiera yo sentirme chino un instante.

El circo, con sus pantomimas y representaciones de la vida asiática o africana (y dicen que americana), es un complemento indispensable del museo.

Queremos quemar los museos y fundar el museo dinámico, el cine de bulto, el film de tres dimensiones, donde el bordador chino borde tapices chinos, y donde el espectador pueda, si le place, ser también personaje y realizar sus múltiples capacidades de existencia. Éste –oh [Paolo] Mantegazza es el verdadero museo de las pasiones humanas, donde cada cual, a fuerza de ensayos, descubra las dos o tres leyes de su conducta. Queremos el museo-teatro-circo, con derecho a saltar al plano de las ejecuciones.

¡Ir al museo fuera entonces como ir al gimnasio, y ellas y nosotros, todos quedaríamos satisfechos! Se conservaría, pero sin disecar. Porque no todos tenemos aficiones de coleccionador, ni siempre es tolerable ver la vida en restos de naufragio; una mano, un cendal, un anillo, una bolita de cobre, un ojo de vidrio –estúpido, providencial.

1. El museo estático de Alfonso Reyes -expuesto en la exposición Alfonso Reyes y los territorios del arte en el Museo Nacional de Arte, del 25 de noviembre, 2009 al 14 de febrero, 2010
Sala de exposiciones temporales.

2. El texto entre corchetes corresponde a lo que no coincide con el mismo texto publicado en el tomo II de Obras Completas de Alfonso Reyes, Fondo de Cultura Económica, 1995.




http://books.google.com.mx/books?id=BM3Ae8Y8y_UC&pg=PA292&lpg=PA292&dq=el+museo+est%C3%A1tico&source=bl&ots=61q9JpWE7y&sig=RsEQvZWq4YShvNokfLsbRWIbRHc&hl=es&ei=dG5eS87nKoO1tgemz8WXAg&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=6&ved=0CBwQ6AEwBQ#v=onepage&q=el%20museo%20est%C3%A1tico&f=false

1 Comments:

At 7:13 AM, Blogger Lahetaira said...

Siempre pensé que la magia de un museo radicaba en el arte de la provocación, en el derecho a la interpretación libre y en la licencia poética. Sin esos elementos, más nos valdría no profanar tumbas, abolir el cristal, desenmascarar la clasificación del mundo.

¿No es todo museo un gran engaño, aunque sea muy bonito? La totalidad que se puede aprehender de la particularidad de una pieza, es absolutamente impredecible y personal. No por ello menos válida.

Ir al museo es como ir a la escuela; ni más ni menos.

 

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